Los efectos del aislamiento extremo son dantescos y se conocen desde hace décadas. La ausencia de estímulos sensoriales provoca un deterioro de las funciones cerebrales, lo que degenera, de forma casi inmediata, en la aparición de alucinaciones y pesadillas.

La tortura es "absolutamente inconsistente con las nociones de dignidad, humanidad y decencia".

Esto, por lo que se refiere al sistema penitenciario. La CIA ha terminado por asumir esas prácticas, y destilarlas en Guantánamo. La privación sensorial es "la tortura preferida de la CIA", como la describió el periodista Mark Benjamin en Salon en 2007, por el simple motivo de que la falta de estímulos impulsa al interrogado a comunicarse.

Experiencias de recrear tortura en blanco:
En 1951, el profesor de Psicología de la universidad McGill de Montreal (Canadá), Donald Hebb, pidió a algunos estudiantes que se sometieron a un régimen de incomunicación extrema. Con sus ojos y oídos tapados, y su cuerpo envuelto en un material impermeable para limitar sus sensaciones táctiles, los estudiantes entraron en una habitación insonorizada bajo la atención del doctor Hebb, quien había estimado un plazo de seis semanas antes de que estas condiciones se hicieron insoportables. No aguantaron ni siete días.

Seis años después, el colaborador de Hebb, el doctor Woodburn Heron, confirmó estos resultados en su libro Patología del Aburrimiento."Un hombre no veía nada más que perros, otro voluntario no dejaba de escuchar una caja de música imaginaria, otro tenía la sensación de que le estaban disparando con perdigones en el brazo y uno de ellos juraba que recibía descargas eléctricas cada vez que tocaba el pomo de una puerta", según las conclusiones.
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